El storytelling adquiere una importancia más grande cuando, dentro nuestra organización, hacemos de las historias parte nuestra cultura. Esto quiere decir, que hacemos del contar y recolectar historias algo innato del trabajo de nuestra organización.
Aprovechar verdaderamente el storytelling implica que dentro de tu organización se entiende el poder que tiene éste, un poder que va más allá de vender mejor.
No es algo de la noche a la mañana, requiere de tiempo y dedicación de toda la organización para hacer del storytelling una parte de su cultura.
Pero para empezar a trabajar en esto aquí te va algo que llamo las 3 “C’s” del storytelling:
Antes de querer contar cualquier tipo de historia, para cualquier objetivo que tengas, debes encontrar y recolectar historias.
Historias de clientes, equipo, inversionistas, comunidad, incluso tu historia personal debe ser recolectada.
Hay infinidad de historias que recolectar, simplemente es cuestión de dar los espacios adecuados para que esto suceda.
Por ejemplo:
Con tu equipo se pueden hacer reuniones mensuales en donde, en lugar de comenzar con pedir resultados, pedir alguna historia sobre lo mejor o peor que les ha pasado en ese mes con relación al trabajo de la organización.
Con alguno de tus clientes podrías motivar, mediante una junta personal, llamada telefónica o correo, a que te cuenten una historia sobre cómo han utilizado tu producto/servicio en “x” cantidad de tiempo o que te cuenten una historia sobre el problema que enfrentaban antes de encontrar tu organización.
Claro que, previo a cualquier esfuerzo de recolección de historias, es necesario tener una pauta de preguntas que se harán, no llegar con cualquiera de tus grupos de interés y decir “oiga, cuénteme una historia”.
Prepara las preguntas que vas a hacer, de 1 a 5 preguntas es una buena cantidad, aunque siempre debes estar preparado por si surge algo que no esperabas y que te lleve a hacer otra pregunta no planeada.
El proceso de recolectar una historia es algo personal y vulnerable, por lo que debes buscar que las preguntas sigan un orden lógico y amigable para el que contará la historia, y sobre todo sé un buen oyente.
Una vez que recolectas una historia, se pasa un momento de curación, ya que habrá partes de la historia que quizás no te sirvan para el objetivo que buscas cumplir en ese momento, pero que sí te pueden servir en algún otro punto.
Por eso resulta importante darle una estructura a nuestras historias, para que, a la hora de transcribirlas (porque lo harás) sepamos lo que podemos utilizar y eliminemos la paja.
Tus historias las puedes categorizar por grupos de interés, año, mes, pregunta, como quieras, lo importante es almacenarlas para darles uso cuando sean necesarias.
Por ejemplo:
Digamos que hay un nuevo inversionista interesado en destinar capital a tu organización, pero no está totalmente convencido. Para esto, podrías utilizar una historia de alguno de tus inversionistas, contarle porqué decidió invertir la primera vez y porqué se ha quedado, y si acepta tendrías una historia de cómo una historia ayudó a conseguir capital.
De nada te sirven las “C’s” anteriores si no vas a compartir las historias, y para esto debes de definir el objetivo que quieres lograr con esa historia: